miércoles, 20 de abril de 2022

 

Sahara mon  amour

Breve y desinteresada información sobre el Sahara para Pedro Sánchez, presidente del Gobierno Español y mayordomo de Marruecos y el Imperio. Pedro Sánchez es un inepto poliédrico.  Hace aproximadamente 40 años Emilio Sola, poeta y cervantista eminente, catedrático y fundador de la Vaquería, bar, librería  y tertulia ácrata de la calle Libertad número 8 de Madrid,  estaba de lector en Argel y en estrecho contacto con el Frente Polisario. Tinduf y los campamentos de refugiados. Propuso un viaje de apoyo de intelectuales españoles y sugería que yo me encargase de  organizarlo todo desde Madrid. Formamos un comité  compuesto  por Rafael Alberti, a título puramente representativo y ornamental.  La secretaria de la oficina del Sahara en Madrid, una eficiente, guapa y desinteresada madrileña, fue vital en los aspectos de burocracia. José Ramón Ripoll, excelente poeta gaditano y unos cuantos más que se fueron descolgando del asunto por una u otras razones. El viaje hasta Argel costaba 25.000 pesetas, vuelo incluido, que cada uno de nosotros apoquinó gozosamente. Y precariamente, todo hay que decirlo. Varios nombres ilustres de las letras y la poesía españolas se unieron a la expedición; Carlos Álvarez, José Manuel Caballero Bonald, Jesús Fernández Palacios, Fernando Quiñones y Nadia, su mujer ceramista italiana, Fernando Sánchez Dragó y una novia francesa guapísima,  Francisco García Navarrete, Javier Martinez Reverte, Agustín Millares, excelente poeta canario,  hermano de Manuel Millares, el pintor de las arpilleras: y puede que también  Fanny Rubio, no estoy muy seguro, historiadora de las revistas de poesía de la posguerra. De Barcelona llegó Jose Agustín Goytisolo, el autor de un celebérrimo poema de resistencia,  Palabras para Julia, su hija, y perdieron el avión Manuel Vázquez Montalbán y Juan Marsé. A Juan Goytisolo hermano de José Agustín, no le invitamos. Vivía en Tánger, la vida disipada y cosmopolita de Tánger, me parece, y era abiertamente promarroquí. Reverte y yo nos aprovisionamos de varias botellas de wisky, que nos pasó por el control García Navarrete, el cual además de ser abstemio lo parecía. ¨´Algo que declarar? ¨´Nada, agua mineral con gas¨¨. Apercibido del contrabando, Goytisolo no se separó de Reverte ni de mí  en todo el viaje. El güiski, en el desierto, bajo el cielo estrellado y diáfano, lo bebíamos a palo seco, por la noche, sin hielo como en las películas del Oeste.  Durante el dia,  los guerrilleros  nos llevaban a poblados y escuelas en las cuales los niños saharauis cantaban la tabla de multiplicar y aprendían la historia de España en perfecto castellano. La bella y jovencísima Keltum era una especie de relaciones públicas con el fusil Kalasnikov siempre al brazo; Emboiric era el ideólogo y Pedro un apasionado combatiente inseparable de su fusil. Un momento que nunca he  logrado olvidar es la visita a un campo de prisioneros marroquíes. El armamento, camiones y jeeps incautados,  habían sido proporcionados por España.  Respecto  al armamento,  el cínico doble juego de la diplomacia y el tráfico de armas.  ¡!Sahara mon amour!!!. Ahora Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, ha vuelto a traicionar a los saharauis  rindiendo pleitesía a Mohamed VI. Se ha bajado al moro, podríamos decir. Una carta deplorable, mal redactada incluso con faltas de ortografía. Una oferta de vasallaje.

Ignacio Amestoy, el rayo que no cesa

Nunca mejor que ahora traer a colación el título miguelhernandiano, pues aprovechando el octogésimo aniversario de la muerte de Miguel,  Ignacio le rinde homenaje en una  conferencia  en el Círculo de Bellas Artes. Amestoy ha publicado hace poco un formidable texto, Lope y sus Doroteas o cuando Lope quiere, quiere, que ha sido llevado a la escena por Ainhoa Amestoy , la cual   en un excelente estudio, clave para entender la dramaturgia de Ignacio,  lo califica de gran homenaje al teatro. A partir de ahora este texto será definitivo en la exégesis teatral paterna.

Miguel Hernández en la cárcel de Palencia

 El aniversario de la muerte de Miguel en la cárcel de Alicante, a consecuencia de una precaria atención a sus dolencias,  ocurrió  el dia 28 de marzo de 1942.  Francisco de Cossío,  que le había dado trabajo en la magna enciclopedia de los toros del mismo nombre, la Biblia del toreo, con mucho predicamento ante Franco, visitó al dictador  personalmente y consiguió que éste conmutara la pena de muerte de Miguel a la  de cadena perpetua. Miguel Hernández había soportado los rigores de la cárcel de Palencia, la Siberia carcelaria de frio y hielo, donde le visitaba Josefina Manresa su mujer. Donde quizás empezó a gestarse un poema inocente y terrible, Las nanas de la cebolla. Posteriormente, años más tarde, un gran amigo, Manolo López, miembro del Comité Central del PCE, ocupó la misma celda. Desde ella, por un ventanuco se divisaba el Bar Madrid que se convirtió en un símbolo de libertad.  ¨´Tomar una caña de cerveza en el Bar Madrid, me contaba Manolo López, era la máxima libertad a la que algunos podíamos aspirar¨.

 

 

 

 

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