miércoles, 30 de abril de 2014

MERCENARIOS Y TRIUNFADORES; DEL TEATRO AL FUTBOL

Yo he tenido muchas vocaciones en mi vida y casi ninguna cumplida. O cumplidas aquellas que menos me importaban y que, por lo tanto, no eran o no son vocaciones, sino formas y maneras de ganarme la vida que es, como diría el gran pensador Pedro G. Cuartango, formas de perderla. Me hubiera gustado ser torero, un buen banderillero por lo menos,  segun el deseo de Manuel Machado, y acabé en cronista taurino; me moría por ser actor, tal que Carlos Hipólito,  ganador del último Valle Inclán,  y concluí en crítico de teatro; quisiera ser un liberal, estilo Antonio Garrigues Walker, y soy de un marxismo humanista con todas las revoluciones perdidas y que, además no sé muy bien qué quiere decir eso:  humanismo  marxista.  Aspiraba a ser Quevedo  y me he quedado en un jodido cojo. Del liberalismo de Garrigues, me  quedo con su vena de poeta y de autor dramático que va a debutar, no tardando mucho, en las Naves del Teatro Español.  Esto del humanismo y el marxismo se lo pregunto  a veces a Marcos de Quinto  que, contra vientos sindicalistas y mareas lunáticas de crisis, sigue patrocinando el Valle Inclán  via Fundación Coca Cola de España. Y Marcos de Quinto, melancólico y pensativo y también poeta, me responde que a lo mejor un marxista humanista lo era su padre, José María de Quinto, un auténtico  revolucionario del teatro en los años cuarenta y cincuenta, con Alfonso Sastre y Alfonso Paso; luego  Paso y Sastre,  al aire de la historia, se fueron por los  extremos encontrados. Paso no cuenta hoy para nada y Sastre, en su imposibilismo, se ha conetido en el autor imprescindible, y siempre prescindido, de la segunda mitad del sigl XX español. Y Jose María de Quinto es un semidesconocido que hay que reivindicar.

 Volviendo al Valle, la alcaldesa fue silbada al entregar la estatuilla de Ochoa, la Mari Gaila de Divinas palabras. Cosas de la farándula, siempre levantisca y no sin razón. Doña Botella demostró saber quién era Carlos Hipólito, no como el ministro Wert  que cuando tuvo que entregar el premio a Carmen Machi, solo sabía que anunciaba yogures  y andaba atribulado sobre qué podía decir de Machi además de los yogures o  natillas. 

Pero desde aquel famoso gol de Zarra, mi admirado amigo en las Corridas Generales de la Aste Nagusia, a Inglaterra, mi verdadera vocación ha sido la de locutor de deportivo, la de Matias Prats: gol de Zarra a la pérfida Albión. En estos momentos, allá sobre las nueve de la noche, poco más, para cantar los dos goles de Sergio Ramos al Bayern me gustaría ser Matias Prats, que se inventó un lenguaje, un tono épico y heroico, una música patriótica para cantar el gol de Zarra y no sé si también el gol de Marcelino   a la Urss, el imperio del mal. Como dijo no sé quién, tanto tiempo esperándo a los rusos  para acabar con el imperio de Franco  y vinieron a jugar al fútbol, y perdiendo encima,  en el Bernabeu. Ya no hay locutores patrióticos porque yo creo que no hay goles patrióticos, todos son mercenarios: mercenario Ronaldo, mercenario Bale,  mercenario Benzema.  Y mercenario, claro, Pep Guardiola. ¿Cómo describir la cara de desolación del mesurado y ambiguo Pep Guardiola ante el cuarto gol,  en las postrimerías del partido?. Y Javi Martínez, otro mercenario.  Y el más mercenario de todos, hoy, dentro de unas horas con el Chelsea-Atlético de Madrid, el que  se juega la vida en cada combate sin patriotismos ni colores, José Mouriño. ¿Cómo hubiera cantado Matias Prats el segundo gol de Ronaldo?.

Me llama María Luengo, de la UNIR después de terminar una conferencia sobre arte, para informarse del partido. Me llama Santiago Sánchez, de L,Om Imprebís, primerizo y en collera con Carlos Martín en las lides del Valle Inclán; empezaron con mal pie, pues en el folleto del acto  se había cambiado por error la foto de Carlos Martín. Santiago Sánchez es valencianista, pero ayer suspendió ensayos para ver ganar al Madrid. Feliz por haber figurado entre los candidatos, como lo estaba   la bella Celia Freijeiro, la sensual, la hermosa  hija de los Cenci que dirigió Sonia Sebastián.  Como lo estaría también Maria Hervás, ausente, otra primeriza en el certamen, que arrastró más votos de los que eran previsibles. Hoy, también fútbol por las altas cumbres; pero toca teatro, Los Macbez en el María Guerrero, con Carmen Machi y Javier Gutiérrez.  Y antes la presentación de la última novela de Jesús Pardo `por Manuel Longares.

 

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