jueves, 4 de marzo de 2021

 Jorge Verstrynge, el nazi errante y melancólico

Una muy admirada amiga, se enfadó conmigo porque he llamado nazi a VERSTRINGE. He aquí mi razonamiento, discutible por supuesto.

Jorge Verstrynge fue nazi en su belicosa juventud universitaria, y mano derechísima de Fraga Iribarne, que le sobrepasaba por la izquierda.  Ahora   dicen que está muy próximo a  Podemos, acaso por ternura  paternal a su hija, Liliht, colaboradora de la formación morada de Pablo Iglesias en tareas  europeas. Hace años Jorge Verstrynge quiso afiliarse al psoe y Alfonso Guerra le negó el carné. Parece ser que los podemitas tienen menos escrúpulos. Verstrynge tuvo estrecho contacto hace siglos con Pina López Gay, hija de un gobernador franquista, y secretaria de las Juventudes Maoistas y en su biografía Verstrynge pone que fue asesor del PCE ignoro sobre qué cuestiones. Raúl del Pozo publicó un artículo en el diario Pueblo, de Emilio Romero, titulado El nazi y la maoísta. Jorge y Pina se presentaron en el Café Gijón y le querían partir la boca a Raul. La cosa no fue a mayores, pero Raúl no rectificó. Los de mi generación nos acordamos de aquella pieza modélica de periodismo. Ahora no he visto ninguna pieza modélica en los periódicos, debe de ser porque no los leo. No leo  siquiera el  Mundo, del que fui fundador y en el que escribí cerca de 6.000 artículos sobre toros y teatro en especial; me merezco la jubilación de este  Mundo de Rossel y Jorge Bustos, el ideólogo,  que dice preferir “un corrupto a un comunista”.

Nota larga a pie de página corta; La historia no es un cuento de locos contada por un borracho como dijo no sé quién. La historia de estos días de coronavirus es una  historia de tribulaciones, peste, seres heroicos y Servicios Sanitarios al borde del colapso y la extenuación; médicos y enfermeras expuestos al contagio. Una historia que ha sacado a flote lo mejor de casi todos. Casi. Una historia que, por otra parte, ha descubierto también la vileza de la lucha política de partidos, la incapacidad solidaria de una España siempre con la quijada  de los Caínes en la mano. La caverna con sus ataques zafios y criminales  a Sánchez me ha hecho comprender el  destino de un  político,  al que tengo pocas simpatías;  nunca se le perdonaré a la caverna.  Quizá hemos perdido la oportunidad, otra vez, de estar unidos. Tendrá que venir otra guerra de la Independencia contra los franceses, (1802) para que este país llamado España adquiera conciencia de unidad y fraternidad. De esta devastación que nos asuela, nadie va a salvarse solo. Alguien ha fallado a España, ha dicho la ministra Calviño. Acaso nunca reconozcamos que quienes fallamos de verdad, y en los peores momentos,  somos los españoles. 

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