LIBERTO, CINCO CANDIDATURAS PREMIO NOBEL
Liberto. Estábamos conchavados y
me avisaba siempre cuando iba a hacer su aparición estelar y oratoria en el
Café Gijón. Al principio me pedía que le escribiera los discursos y creo que alguno
llegué a escribirle, pero jamás utilizó mis palabras, su inspiración era
aleatoria y sin normas ni directrices. Tiraba por su camino, por donde le
dictaban sus musas y no se atenía a ningún guión. Era imprevisible. Tenía musas
y las definía con amorosa solicitud cuando yo accedía a escucharle en privado y
fingía creerle todo lo que me contaba. A sus soflamas le gustaba darles un tono
patriótico, desde los reyes godos hasta los Reyes Católicos, pero se paraba en Franco
y en el 36. Era consciente de que los tiempos no estaban para bollos y se
declaraba apolíticoantipolítico y pícaro dándole a esta palabra el significado
exacto de vividor, sujeto y a la vez
objeto de la literatura española. Juraba haber conocido a Quevedo y
departido con Góngora pero no sabía quién era Lorca, Albertí
ni ninguno del 27. No había escrito una carta en su vida, ni siquiera una línea
por lo cual su candidatura al Nobel de literatura se presentaba de difícil tramitación. Hubo que optar, pues, y preferentemente por la ciencia e investigación en sus distintas ramas. Además, afirmaba convencidísimo Liberto, esos cabrones de suecos no saben español ni yo
sé sueco. Tendríamos que traerlos aquí, al Café Gijón para que me vieran en mi
salsa oratoria. Tú crees que si los invitamos vendrán?. Están en ello, le
contestaba yo, y bien dispuestos a condición de que los llevemos a una corrida
de toros en la cual el toro mate por lo menos a dos toreros o tres toreros.
Conseguir toreros que, aunque fracasados y muertos de hambre, se dejasen matar
por un toro era harto improbable, pero todo se andaría Luego, están los gastos,
viajes, alojamiento, manutención, decía yo. De eso no hay que cuidarse, la Academia
Española y hasta el mismísimo
gobierno se harán cargo de todo por la gloria que le voy a dar a España. Tú
sabes lo que es un Premio Nobel, me preguntaba. Y los ojos se le encendían y
desorbitaban al afirmar con contundencia, ¨´pues fíjate cinco y en una sola persona¨¨. Como
todas las cosas sorprendentes de esta vida un dia desapareció sin dejar rastro. Nunca supe
dónde ni de qué vivía o si era una emanación alucinada de mis sentidos. Pero mi
memoria visual lo evoca con sorprendente lucidez erguido junto al cerillero, un
peldaño más arriba, Alfonso que, de niño, había servido de enlace en el maquis por
Guardo y por Barruelo, pueblos mineros del norte de Palencia, y llevaba recados
a guerrilleros insumisos que la Guardia Civil trataba de cazar a tiros.
Intento reproducir el discurso de Liberto y solo lo consigo a medias.
¨Escuchadme pecadores y libertinos, yo soy la palabra de dios y vengo a traeros
la salvación y la pureza del paraíso terrenal, escuchadme pues soy la sabiduría
y el elegido. Yo soy dios Ay de aquellos que no quieran abrir sus oídos a la
verdad, yo soy la verdad, soy un genio y solo me conoceréis de verdad cuando el
Espíritu Santo en forma de dragón se muestre lleno de luces a vuestros ojos ciegos¨. Atronadoras salvas de aplausos que
iniciábamos desde el fondo yo y mi cuadrilla, celebraban sus palabras. Las
recogía inclinando humildemente la cabeza, mientras toda la clientela del Café
quedaba sumida en un silencio sepulcral. Y luego, de nuevo, la algazara y el
regocijo. Como colofón, Helio Robles, rico por herencia, ocioso e
ingeniero agrícola disparaba un tiro con una pistola de fogueo, que sobrecogía a la gente y gritaba, ¨´toma,
para que no me vuelvas a engañar¨. Liberto ya estaba lejos. Con no menores
méritos que Fabián, Liberto viene
hoy a esta sección de Fauna y Flora del Gijón que se ofrecerá a vuestro
deleite y disfrute todos los viernes dios mediante.
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