domingo, 1 de septiembre de 2013

 
Septiembre Domingo dia 1.
 
UNA QUEIMADA, CLAUDIO Y DOSTOIEWSKI.
 
Pronto empezaremos a cantar aquello de septiembre se muere, se muere dulcemente con su luz amarilla con sus racimos verdes. El ciclo de la vida. Hojas muertas. Conjuros, Santa Compaña, bruxas y demos: queimada después de  una barbacoa. Bretemas, neboeiras. Evocaciones de Cunquiero, de Méndez Ferrín; incluso de Fraga por lo de la queimada. Gente de teatro de la que nunca habrá que renegar por una mala crítica; los que no han salido de Madrid; a finales de septiembre los que huyeron y van a regresar; reuniones cada vez más restringidas  para evitar puestas en escena fuera de lugar.   Moliere decia de los cómicos, "adorables bestias difíciles de manejar". Marsillach era más contundente: "fusta; si te descuidas te tiran por las orejas, fusta". Como no soy ni autor ni director, adoro a los actores, seres frágiles y desvalidos.  Los perros, . Kuajo, Kao y Ronda. entre  la gente de la farándula se encuentran a sus anchas;  tienen algo de farsantes; sus ladridos ahuyentan  a  los cacos si alguno se arriesgara; Kao, apacible y amenazante guarda  la puerta; Kuajo se hace el tonto y disimula,  pero no se le va un ruido. Ronda solo vigila a Susú, la gata arisca que no quiere jugar con ella.  El otro dia entraron dos pobres diablos y en vez de llevarse las mejores añadas de vino o un jamón, querían llevarse el mantón de Manila, la torera y los trapos de Victoria Vera en los que trabaja David Loaysa para Que trata de España. Kuajo y Kao los cogieron con las manos en la masa. Hubiera pensado que eran ladrones fetichistas, pero ellos no podían saber que esas prendas eran de VV. Para compensar su inocencia, y a cambio de la promesa de no volver ni por mi casa ni por las cas de los demás,  les dí dos botellas de clarete de cigales un verdejo y una barra de salchichón de Vic.
 
Insomnio tras la queimada y los conjuros. Vuelvo a la lectura de los últimos dias, Los hermanos Karamazov, libro olvidado y viejo que me dieron de premio por un poema hace casi medio siglo en la Universidad Laboral de Tarragona;  por allí  andaban también Josep María Pou y Serrat, apuntando ya para figuras. El libro es una edición expurgada con el pretexto de que a Dostoiewski  el relato se le había ido de las manos y le sobraba texto. Tiene dos dedicatorias de dos profesores, un poco cursis: que soy un indiscipliado y que estoy obligado a hacer el bien con la literatura. De Los hermanos Karamazov, sigue atreyéndome el conflicto de Ivan; si Dios no existe todo está permitido,  filosofía que, para el asesinato del padre, asume Smerdiakov.  Y la negación de un Dios que permite el sufrimiento de los niños: creo en Dios pero no acepto su mundo. Dias antes me ha llegado esta fotografía de Alejandra, guapísima, un ser sobrenatural: un mundo por descubrir. ¿Quién podría  imaginarse, y por qué, el sufrimiento de esta preciosidad; Alejandra y la inocencia: Alejandra guapísima. Alejandra una diosa de ocho meses, envuelta en su sonrisa. Me la mandan sus padres, Aurora y Niko que a lo peor no saben nada de los tormentos intelectuales de Ivan Karamazov. Para ellos todo es alegría y felicidad.    
 
 
 

Con Berrendita, ni ataques, ni cortejos (pobre de mí) ni musas. Las musas son una cursilada; Berrendita creció, según me cuenta, en las rodillas de Claudio Rodríguez. Eso la redime de todo y para mí tiene patente de corso. Y a lo mejor era una niña como Alejandra, no lo sé ni importa saberlo. Importa, por lo que me dice,  que acaso sintiera en su inocencia los versos nonatos de Don de la ebriedad ,  de El vuelo de la celebración...De algunos de sus twets saco ideas. Me llamó progre en uno y me provocó la carcajada; y de ahí salió mi artículo de ayer sobre Martín Ferrand. Ahora me habla de Claudio y se me ocurre organizar un Campeonato de Mus en Zamora en homenaje al gran poeta; jugábamos al mus en el Guarro de la calle Almirante con los tenderos del barrio mientras los demás discutían de poesía en el Gijón. Ante un órdago, que se quite un endecasílabo

Dios, el sufrimiento y los niños. Umbral y su Mortal y rosa  maldecía a un Dios que hace sufrir a los niños; como Ivan Karamazov (las bayonetas de los soldados) y Albert Camus, La peste. El poeta preferido de Umbral, despues de Pepe Hierro, era Claudio Rodríguez. A ambos los entendía a la perfección. Los hubiera entendido mejor si a Umbral le hubieran gustado las palomitas de chinchón que bebía Hierro. O si  hubiera aprendido a jugar al mus con los tenderos del barrio como Claudio. Umbral lloró toda su vida la muerte del hijo de seis años: Mortal y Rosa.    

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