miércoles, 1 de julio de 2015

El PATEO QUE VUELVE.


El triunfo de la libertad
Hace  pocas semanas celebraba yo un pasaje de la función de Valery Tellechea y J.P.Carrión en la Sala Umbral de Primavera: un furioso pateo de Carrión. El otro dia lo viví de verdad, no como elemento escénico. Es decir, un  pateo en el patio de butacas. A la gente  empiezan a soltársele los pies. Ha  sido en el Valle Inclán. Y  parte del público se lo tomó muy mal.    A El triunfo  de la libertad la menearon. Fue un meneo moderado, lejos de los tempestuosos  pateos de antaño.

 El malestar que insiste.
Los cines Luchana se han convertido en teatros. Un bar fastuoso, un vestíbulo estupendo para acceder a la taquilla, varias salas. Todo estupendo, pero los arquitectos se han olvidado de los minusválidos y los cojos; acceder  alguna de las salas es como coronar el Everest. Deben cuidar también la insonorización, al menos en la sala 4, porque los ruidos llegan de todas las partes. Minucias y ¡viva el teatro!. Fui a ver El malestar que insiste, de Eduardo Recabarren, que ya ví hace tres años. Texto duro, sin suavizar unos caracteres extremos pero muy bien dibujados: una madre histérica y castradora (Laura Cepeda), un muchacho, su hijo, que busca la  libertad que le niegan (Victor Martínez) ; un esposo que le da a la priva y abandona la familia (Rodrigo Posión), una hermana internada en un psiquiátrico  con severa depresión, que pinta (Camino Texeira).  Un cuadro que nadie entiende, El malestar, es la dura metáfora de la obra. Hay que celebrar la vuelta de Laura Cepeda a los escenarios, largamente alejada de ellos. Cepeda es una actriz que no puede, que no debe perderse. Ella y Rodrigo Posión, espléndidos los dos, son  el apoyo de dos jóvenes que tienen mucho que decir si siguen por este camino: atención a Víctor Martínez y Camino Texeira.


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