domingo, 7 de julio de 2019

KAMIKACE EN LA ENCRUCIJADA


Kamikace en la encrucijada

Adaptación; Miguel del Arco, Aitor Tejada. Dirección, Miguel del Arco, Iluminación Juanjo Llorens. Reparto; Israel Elejalde, Bárbara Lennie, Miriam Montilla, Manuela Paso, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez. Escenario, Pavón Kamikaze. Cuatro.

Después de 10 años, un acierto reponer La función por hacer. Miguel del Arco es el único teatrero al que, desde la arbitraria calificación de “mis” asteriscos, le he puesto dos veces el cinco de “obra maestra”.   A tenor con el espíritu de esta función tengo dudas si yo soy yo quien se los puso, el crítico de La función por hacer o soy el personaje del crítico, a secas.  Pirandello   hace tiempo que me tiene en vilo. Mi actual incertidumbre sobre él es parecida, aunque de distinto rango, a la que nos produjo el famoso Método, memoria emocional, Paradoja del Comediante, Chejov/ Strimberg etc. Kamikace resistirá; Jordi Busó, Elejalde, Miguel del Arco, Aitor Tejada no son pilotos suicidas japoneses como indica su nombre, aunque habrá que ver qué pasa a partir de ahora, a los diez años del inicio de la aventura.   La función por hacer, basada en Seis personajes en busca de un autor, ha fecundado el teatro español, lejos de la moral resistente   de, por ejemplo, Lopez Mozo o Buero Vallejo. Recuerdo también Veraneantes y cómo Kamikaze no ha afrontado compromisos políticos, sino estéticos.   
 Lo que hace 10 años, La función por hacer, pudo ser sorpresa, sigue siéndolo aunque en menor medida por ser algo ya conocido; Kamikaze no perecerá. Es una marca, un sello. Y las marcas perduran.   No tardando mucho habrán de abandonar la sala de Embajadores, por cuestiones de alquiler prohibitivo según dicen. En tiempos de desahucios y desalojos, no es una excepción. A muchos ciudadanos les pasa algo parecido. Vivimos una sociedad selvática   cuyo canibalismo no respeta nada; políticos corruptos, partidos que se destrozan como jaurías de perros. Si el teatro ha de ser, como creo yo, testimonio de una época, teatro de denuncia, ésta es su oportunidad. El futuro de Kamikaze es incierto. Hallarán recursos para sobrevivir y su esquema estructural y económico, calculado al milímetro, ofrece ciertas garantías. Ha tenido de su parte a la llamada progresía, que yo he definido en ocasiones como la negación de la izquierda, pero no voy a volver a hacerlo para que mis amigos progres no se cabreen.  Y ha captado   un público joven y nuevo.  
Su indudable impacto, en el panorama teatral español, no ha sido un impacto de resistencia política como pudieron ser otros   en el tardofranquismo, Ernesto Caballero o el Gayo Vallecano de Petra Martínez y Juan Margallo, asimilados luego por la democracia. Es un grupo compacto en el que a la mano rectora de Miguel del Arco no le han faltado Premios, como el Nacional de Teatro, y nunca fue incómodo para el poder, aunque nos gustara  a los que,  buscamos la potencia actoral de Raúl Prieto su  capacidad de  violencia hortera y chulesca; la serenidad de Elejalde, la maldad sibilina de Bárbara Lennie, la férrea fragilidad de Manuela Paso, en uno de los personajes más frágiles y difíciles de esta función; ejemplar la madre con el niño en brazos. Kamikaze ha creado  afición al teatro de un público joven, muy específico, un semillero de espectadores. Puede que en el franquismo crepuscular, de trinchera y combate, su capacidad de convocatoria hubiera sido menor.  Algún fallo en su trayectoria; por ejemplo, Tebas Land que Sergio Blanco, les coló a propósito del parricidio y era en realidad el texto de Truman Capote al cual ni siquiera citó:  A sangre fría, tal cual.  Pero valió para una gran interpretación de Elejalde, que hizo de Capote, y de Espinosa, el asesino al que Truman visitaba en la cárcel y del que sacaba información.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario