martes, 21 de octubre de 2014

RUEDO IBERICO. LHARDY, PICADERO REAL, Y CONSPIRACIONES POLÍTICAS.


 

El otro dia, en el salón isabelino de Lhardy, Carlos Abella dio una charla sobre los Toros en el histórico restaurante. Muchos  esperaban que el gerente de Asuntos Taurinos de la CAM se centrara en el homenaje a Manolete y las tertulias de Antonio Ordóñez en los sesenta.  Pero Abella es más que un escritor taurino y  Lhardy mucho más que un centro de toros, aunque memorables hayan sido algunos acontecimientos taurinos en sus salones. Lhardy fue picadero de reyes y aristócratas o, cuando menos, preámbulos de recebo; esta cuestión del recebo la explicó muy bien  Ignacio Amestoy en Violetas para un Borbón. Además de picadero aristocrático, quizá lo de menor relieve, Lhardy fue centro de conspiraciones, eje de la vida nacional monárquica y republicana, y de una clandestinidad,  de orden y tolerada, durante el franquismo. Los clandestinos intolerados e intolerantes,  no iban a Lhardy. Al lado de Lhardy La Fontana de Oro, donde don Benito Pérez Galdos, sitúa las tertulias del liberalismo,  y del absolutismo cafre de Fernando VII.

La primera pensión que me hospedó en Madrid estaba al lado de Lhardy. Un dia entré a tomarme un caldo, un exceso. Cuando pude tomarme el caldo con un Jerez fue el inicio de una precaria prosperidad.  Cuando, gracias a Francisco Umbral y Pepe Hierro, accedí a sus celebérrimos cocidos, en presentaciones de libros, llegué a la conclusión de que  la excelencia de los  cocidos de  mi madre en Torre de los Molinos era insuperable.  Paco Umbral, en la comida,  era un  tiquismiquis que se contentaba con la sopa y la verdura; pero Pepe Hierro y yo nos poníamos morados, valga lo vulgar de la expresión en tan ilustre lugar.

Carlos Abella puso el no hay billetes, hasta en la escalera y cerca de la calle escuchaban su discurso hecho de la memoria histórica y de sus vivencias personales. Allí estaba mi querido Alfaqueque, Rafael Flores, el que más sabe  de Jardiel Poncela,  Mio Jardiel; mi querido, aunque él no acabe de creérselo, Javier Sánchez Arjona, uno de los ganaderos más  de derechas y más honrados de todo el campo bravo  y eso  que, en lo de derechas,  hay donde elegir; tanto que a mi me llama rojo;   jóvenes del toro  como la señorita Sánchez Grande y un gran número de aficionados, de tendido y de callejón,  de las Ventas. Eché en falta algunos jerifaltes de la cosa, pero Abella cortó las dos orejas. Es, además de taurófilo, biógrafo de Adolfo Suárez, puente entre el presidente Calvo Sotelo, el Breve,  y Felipe González;  e historiador de toros. Y gastrónomo. Un español atípico que “no embiste cuando se digna usar de la cabeza”. Por eso no se limitó al Lhardy taurófilo.  Hizo bien en recordar al jurado que escogió hace muy pocos a los 10 mejores toreros del siglo XX. Yo estaba en ese jurado y nos llovieron palos por todos los lados; mi admirado Santiago Martín el Viti aún sigue reprochándome que no eligiéramos entre los 10 a Manuel Benitez el Cordobés. Asombroso el afecto que los grandes de los 60 mantienen por el Pelos. 

Recordó el homenaje de los poetas de entonces a un Manolete adusto que sólo se expresaba con la muleta en la mano. Por entonces Manolete ya se carteaba con Indalecio Prieto en el exilio de México, “de español a español”, alarma en el Régimen que volcó en Lhardy todos sus  efectivos: Pemán, Cela, Agustín de Foxá,  Mourlane Michelena, Adriano del Valle, Alfaro, Marqueríe, García Serrano,  buena parte de los autores del Cara al Sol…  De los poemas que he releído muchas  veces, me quedo con algunos versos del soneto de Marqueríe, el crítico de teatro:   “Miércoles de ceniza es tu faena/ ya lo anuncia el mechón sobre tu frente/. (…) Junto al cuerno la muerte se ha dormido./. Qué gloria ser de Córdoba y torero”,  poema premonitorio de la tragedia de Linares; el 30 de agosto del 47 ABC publicó el memorable poema de Foxá del que extraigo unos versos: “Yo saludo al torero más valiente del mundo/. Saludo el abanico difícil de tu izquierda / que hace al toro satélite, luna de tu oro antiguo/. Y saludo en tí a Córdoba……”. Lhardy y los toros. Lhardy y la historia de España. Lhardy y Carlos Abella.

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