jueves, 19 de noviembre de 2020

 

Polisario. Crónica de un viaje a Tinduf.

España, el gobierno español con Franco agonizante y la Marcha Verde abandonó al Polisario y a los saharauis en manos de Marruecos, la alianza Hassan y Juan Carlos. No recuerdo la fecha exactamente, pero sí recuerdo que unos veinte escritores viajamos a Tinduf para apoyar expresamente a los saharauis. Carlos Alvarez, el poeta carcelario que memrizaba sus sonetos en la celda de catigo, se unió al viaje pese a estar pasando una dolorosa etapa de ssu salud.  En Argelia Emilio Sola coordinaba el asunto: en Madrid los enlaces éramos Rafael Alberti y yo, pero como Rafael no enlazaba nada llamé a José Ramon Ripoll ,  dejamos de lado a Alberti pegado a su transistor en el café Lyon. Hicimos una lista, ayudados por una eficacísima secretaria de la oficina del Polisario en Madrid. Siento no recordar su nombre porque en todo el proceso resultó imprescindible. De esa lista solo falló Juan Goytisolo, por razones evidentes de afinidad con Marruecos. Y acaso por la presencia de Jose Agustín, su hermano. A Sánchez Dragó nadie le invitó, pero se presentó en Barajas con una francesita preciosa que no cesó de tomarle el pelo durante todo el viaje.  Tenía todos los papeles en regla, pagó el viaje que costaba 25.000 pesetas y hubo que resignarse. Fue un acierto porque, como era jefe de las páginas culturales de Diario 16, a la vuelta dedicó a la aventura un reportaje a página entera.

Francisco García Navarrete, Javier Reverte, Agustín Millares y yo aceptamos la invitación del Polisario en atención a los desvelos de Emboiric, y sobre todo de Keltum, una bellísima guerrillera que luego se pasaría a Marruecos dicen que por amor a un activista. Atravesamos las filas de las tropas marroquies y llegamos hasta el mar burlando todas sus medidas. En la expedición figuraban otras dos mujeres me parece recordar, Fanny Rubio, estudiosa de las revistas españolas de poesía, y Nadia, una ceramista italiana esposa del poeta Fernando Quiñones.  Reverte y yo, con la complicidad de Navarrete que era abstemio, habíamos pasado  tres botellas de güisqui gracias a las cuales hicimos grandes amigos como el citado José Agustin. Yo hice especial amistad con el grupo canario, sobre todo con el poeta Agustín Millares, que tampoco bebía y que era del Partido Comunista. Bajo las estrellas limpias del cielo del Sahara, dialogamos incansablemente acerca de la relación entre arte y política, de la necesidad de que el compromiso no devaluara el arte ni la poesía. Días inolvidables de 20 intelectuales españoles durmiendo en Tinduf en tiendas de campaña. No sé cuántos de aquellos serían capaces de repetir hoy la aventura. Por mi parte me limito a repetir ¡Viva el Frente Polisario! Grito en el que me acompaña,  insólitamente, cada vez que lo llamo, un torero genial, el solitario de Jerez, Rafael de Paula. 

 

 

 

Nos

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