Agosto 2013. Dia 25.
CETRO DE LA LUJURIA: ARETINO Y UN CRITICO DE TOROS.
A Pietro Aretino me
llevó primero el Marqués de Bradomin;
y luego López Barbadillo, eminente cronista de
toros de El Imparcial a primeros del siglo XX e introductor en España de los Sonetos lujuriosos y de los Diálogos
putescos. Bradomín, en Sonata de verano, celebraba cada sacrificio
a Venus con un soneto de Aretino. Hasta
7 llegó a recitarle a su amante, la Niña Chole, una noche. Así
refiere el marqués la hazaña: “ como oraciones, pude recitar en italiano, siete
sonetos, gloria del Renacimiento, uno distinto por cada sacrificio; el último
lo recité dos veces. Era aquel divino soneto que evoca la figura de un
centauro….”. No da más detalles Bradomín sobre tan venturosa ocasión, pero sin
que se tome a mal o a envidia, uno sospecha que el Marqués exageraba un poco. Los
sonetos son dieciséis, y el poeta nacido
en Arezzo los compuso inspirándose en los dieciseis grabados de Marcantonio Raimondi sobre
dieciséis pinturas de Giulio Romano.
Pese a lo lujurioso del asunto, algo
de divino debía de tener Pietro Bacci,
pues Barbadillo dice que tradujo sus obras por “puro deleite
espiritual”. Y un poco de hijoputa debía de ser también, pues, cabreado con Miguel Angel, por una cuestión de prebendas vaticanas, arremetió contra
la Capilla Sixtina y lo acusó de hereje y sodomita. De no tener la
protección del Papa, Miguel Angel hubiera acabado en la hoguera.
De la absoluta implicación del
célebre cronista taurino, con su Biblioteca Erótica (Facsímiles,
Akal 1978), da idea la siguiente portada: Diálogos del divino Pedro Aretino, generalmente denominadas Diálogos
Putescos, ahora por primera vez puestos de la lengua toscana en castellano.
Traduce y anota Joaquín López Barbadillo.
Los publicó a su costa, sin
que sepa yo si obtuvo beneficio o ruina, cosa que nunca le importó demasiado a
Barbadillo. El mismo cuidado y diligencia
puso en todos los títulos de su Biblioteca a la que, además, de Diálogos putescos y Sonetos lujuriosos, llevó La
tercera celestina, Dos noches de pasión, Las delicias de los Césares, La
Academia de las damas….
De Pietro Bacci, nacido de una puta y
de un noble, escribe López Barbadillo en
la biografa que precede a los Ragionamenti: “Nació en un hospital y
murió en un palacio (…) Su vida estuvo llena de odios y de amores: existencia
de hampón y de rey. Pisoteó los altares, los tronos, el solio del Papa (…) Fue
un canalla magnífico que hizo escarnio de Dios, de los hombres, del Amor y de
la Muerte”. Pese a todo escribió La humanidad de Cristo y Los
Siete Salmos de la Penitencia, una
Vida de la Virgen y las vidas de Santa Catalina y Santo Tomás, que
le dieron alas para solicitar el capelo cardenalicio. Tuvo que contentarse con
un beso en la frente que le dio el Papa
Julio III en presencia de toda la corte vaticana. Mejor le había tratado Leon X, que pagó bien un soneto
laudatorio, le dio acomodo en el Vaticano y estimuló su pérfida condición de vate. Sacrílego o fervoroso, a él corresponde, según López Barbadillo, “el cetro de la
lujuria escrita, un cetro obsceno que podría ser un falo, cosa más decente de ver que la carne fofa y
lacia de la exquisitez de nuestra
vida literaria actual”.
El apunte biográfico y la
introducción están a la altura de tan
incendiario poeta y debelador de lo humano y lo sagrado. El fervor de López Barbadillo se
remata con la siguiente media verónica: “En este siglo aretinesco en que no hay
Aretinos, concluiría en la cárcel. Yo quisiera tener el honor de divulgar su gloria.”. López
Barbadillo escribía esto en 1914. Un año después, hasta 1922 fecha de su
muerte, empezó a hacer la crítica de
toros en El Imparcial. Implacable y dado a la polémica y las trifulcas
periodísticas, se convirtió muy pronto
en “un cronista de cronistas y buenos aficionados”. Y acaso en la mejor y más
elegante prosa taurina. Pietro Bacci murió viejo, amado, engañado y feliz ;
¿para qué más?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario