lunes, 26 de agosto de 2013

CRÍTICA LIBERAL PARA TAURINOS ILUSTRADOS.- Colmenar. Y, en Bilbao, Urdiales

Me llama, desde la galería de periodistas de Vista Alegre, Carlos Ilián, de Marca: "Diego Urdiales, colosal con un gran  Victorino". Le creo, yo siempre creo a este hombre que ha hecho de la tribuna taurina de Marca, una fortaleza inexpugnable. Jon Múgica, de Deia, me ha llamado por la mañana. Y a Javier de la Cruz y Alfredo Casas no los llamo porque estarán soñando todavía la faena de Diego Urdiales. Diego se crió aquí, en esta galería de notables de la crítica. No hace mucho aun se sentaba entre nosotros, donde había un hueco, en una escalerilla. Para mí, estos pupitres de Bilbao son un lugar sagrado de mi mitología. En tiempos comentaba con Vidal: "caida, desprendida o ladeada". Al unísono sentenciábamos, con Perujo si estaba cerca: "bajonazo ". Como los ayer en Colmenar de Alberto Aguilar. Ve esos bajonazos,  Matías González, el presidente de Bilbao, y lo destierra para siempre de los ruedos.  Veo, a deshora, la repetición del Plus. Colosal ciertamente Diego Urdiales con un toro complicado, un Victorino genuino. Más clásico y abelmontado que nunca y no solo por los molinetes; por las verónicas  intensas y solemnes, por la garra, por el corazón y los terrenos. Otra vez la puta espada, otra vez la puta cogida. Me hubiera gustado un estoconazo para ver a mi admirado Matías González, sacar los dos pañuelos a la vez. Como hay dios que Matías lo habría hecho. Contusiones,  y otra vez a la brega. Con Urdiales, medio Logroño y Arnedo entero. Supongo que entre ellos, mis  amigos Pepe Rioja, Luis Domínguez, García Mancha, Juan Cruz, José Luis Irigoyen, Maryam y Marisol, que me defendieron cuando una cuadrilla salvaje me quería descabellar en el Herencia de Mariví Motilva. En Logroño siempre fui feliz. Si el tiempo no lo impide y mis piernas funcionan como las patas de los encastados Victorinos, quizá nos veamos en Arnedo. El Plus, aparte los entreactos de Helena Salmanca, (muy bueno lo de mi amigo Jon Ortuzar sobre los problemas del teatro agravados por el IVA asesino) alardes técnicos de realización  y fluidez narrativa. Con Chenel era distinto. Chenel hablaba como toreaba: quieto parao. 
Victorinos para toreros de una pieza. Recuerdo cuando dije hace años que Ferrera era más torero que Fandi y que acabaría siendo mejor banderillero. Me cayeron chuzos de punta. El juicio era exacto y la profecía se ha cumplido. De El Cid lo he escrito todo y casi siempre bien. Pensando en su maldicón con la espada, elaboré la teoría del "miedo al triunfo"; ahí sigue, aunque quizá menos vigente que entonces,  pues Manuel Jesús mata mejor..
 En la Segunda Plaza de Madrid, descartado ya para siempre el polideportivo de Carabanchel,  tres Veraguas de Aurelio Hernando y tres Jandillas de Carmen Segovia. Impecables de trapío y luego cada uno de su padre y de su madre, algunos de su puto padre para variar lo de su puta madre. Aprovecho para decir que lo genuino de Veragua lo tiene Prieto de la Cal, una ganadería maldita para las plazas españolas, exiliada en Francia. A mi lado, Norberto Carrasca, gran taurino, gran persona y excelente periodista; a Umbral y a mí Norberto Carrasco nos protegía, en los tiempos heroicos, dándonos colaboraciones en las que se jugaba el pellejo. Hablamos de toros, pero más del Café de Gijon: del Lolo, de Oroza, de  Sandra, de Antonio Hernández. Ha sido un gozo recordar en una plaza de toros a Paco Umbral con Norberto.

Alberto Aguilar venía de Bilbao, de matar un elefante en Bilbao y, al encontrarse con  toros, digamos normales, se relajó y, en algunos momentos, bordó el toreo por la izquerda, aunque luego bordara también el bajonazo. Esto, lo del bajonazo infame, tiene más mérito porque se le vieron las intenciones descaradas al perfilarse o mejor desperfilarse.  El  elefante de  Bilbao, seguro que era más pequeño que los que cazaba con Corina en Botswana el Borbón, nuestro rey que Dios guarde. Pero ya se sabe cómo son los de Bilbao.
Aguilar cortó una oreja y pudo cortar otra  en el quinto de no ser por los bajonazos. A Javier Castaño muchos van a verlo por la cuadrilla, a la que él hizo de subalterno en las Ventas fijándolos el toro mientras daban la vuelta al ruedo. Pero Javier Castaño es buen torero, aunque ayer flojeara en  Colmenar. Atravesó a su primero, cosa que estaba cantada nada más verlo entrar a matar. Respecto a su cuadrilla, nada que objetar. Todos buenísimos, espectaculares incluso. Sandoval, creo que era Sandoval, se llevó la costalada; pero luego se apuntó un soberbio puyazo.  Joven y verde está el madrileño Juan Carlos Rey. Lo de la juventud no importa, se pasa con los años. Lo de verde o maduro es más complicado. La autogestión municipal lo explica con pelos y señales el libro de la Peña Tierra de Toros, que también convoca Premios Literarios. Mañana entraré en la cuestión. El Rescoldo y Tierra de Toros son dos peñas de referencia en esta tierra serrana, tierra de reses bravas y de toreros; de ellas han salido, y salen, grandes aficionados.


No hay comentarios:

Publicar un comentario