domingo, 11 de agosto de 2013

Diariodejaviervillán

Agosto dia 10.

UN PAPA CON DOS PARES (y II).

Me disponía a recobrar el relato de la pesadilla que no terminé ayer, de paseo con el Papa Paco por la calle la Rua de Carrión de los Condes,  de donde era Monseñor Cantero Cuadrado, político de mucho peso en la España de Franco e ilustre precedente de Rouco Varela en  las esencias de Trento. En estas  me llama Ramón Fontseré, que lo van a retener en Texas, después de poner en Monterrey (México) "El coloquio de los perros". Me asegura que no es cosa de Cervantes ni del pasaporte y cree que acaso lo hayan confundido con Jordi Pujol o con cualquiera de sus aventajdos hijos en el trinque. Puestos  a confundir, los usacos no dan pie con bola; podían haberlo confundido con Dalí ("Daaaaali") o con Josep Pla ( "La increible historia del doctor  Floyd y Mister Pla"); pero mira que confundir a Ramón Fontseré con Pujol; por maravillosa que fuera su representacíon de "Ubu president".  Vuelvo a la pesadilla, déjemosla en sueño extraño, del cura Paco que me cae mejor que a Sánchez Dragó.  No hay en ello intención proselitista, pues todo el mundo sabe de qué pie cojeamos los que estudiamos en un Seminario y yo, últimamente, cojeo de los dos e incluso de los tres; es que de la Iglesia sólo me interesa lo humano. Y la liturgia y el latín y el canto gregoriano: un ceremonial que ningún director de teatro, por genial que sea, será nunca capaz   de hacer. Lo captó muy bien Pilar Miró en las bodas de las infantas en Barcelona y en Sevilla; pero eso, con esos decorados  de catedral,  no tiene mucho mérito; lo que tiene es un mal fario de no te menees. Ahí estan doña Elena y doña Cristina, de soledad en juzgado y lo que venga. Además, aquello era retransmisón de televisión...!puaf!.
 El cura Paco  insiste  en la corrupción como cáncer de la Iglesia y del mundo y se niega a condenar a homosexuales y ateos, que él no es nadie para juzgar a la naturaleza humana, aunque combate el loby gay del Vaticano y pide que se aclaren las finanzas del Banco. A él no van a ponerlo en fuga, como hicieron con el sabio y enfermo Ratzinger, ni creo que vayan a atreverse a darle una tila cambiada como hicieron con Juan Pablo I el Breve, un mes apenas de Pontificado. El caso es que, como decía en mi anterior entrada del blog,  iba yo por Carrión de los Condes con el cura Paco, así los dos, del bracete, como si saliéramos de la casa parroquial después de tomar un chocolate con soconusco y picatostes,  no con los caciques, sino con los pobres y los parados del pueblo. Y todo el mundo Paco por aquí, Paquito por allá, que que bien te vemos Paco, que cada dia estás joven y menos cojo Paquito...Y el cura Paco encantado de haberse conocido hasta que se cayó del guindo y se dió cuenta de que allí, el único Paco, el único Paquito que había, que hay soy yo, (Francisco Javier) como existe Dios, Paquito el del herrero, el exseminarista  que iba para Papa y se quedó en cronista de toros y crítico de teatro. El cura Paco no lo tomó a mal y se sonreía, pero no me ha invitado a la Curia: "sic transit gloria mundi". Y seguimos paseando, Paco por aquí, Paco por allá, desde San Zoilo hasta las clarisas, y  nos paramos en el pórtico de Santiago, calcado al pórtico de la Gloria de Compostela y en Santa María, iglesia de peregrinos con un zócalo donde se cuenta el milagro de las Cien Doncellas, tributo cobarde  de los valerosos  nobles castellanos al rey moro. A las púdicas doncellas cristianas las salvó de la ignominia del harén una manada de toros bravos que la emprendierorn a cornadas contra los moros. Para que luego digan del patriotismo de  los toros bravos.
En ese punto me despertó, como ya queda dicho, el concierto de pigazas, mirlos, gorriones, alguna coloradilla  y palomas torcaces; y el riego automático del césped del jardín,  que se puso loco disparando contra todo lo que se movía; un concierto a deshora pero muy oportuno. Ante el torno de la hermana tornera y la clausura, abolida para el Papa, claro está,  nos despedimos. En el último momento, el cura Paco me regaló un ejemplar de su libro "Pecado y corrupción". La idea de pecado, que lleva aparejada la de perdón,  no me seduce y la asocio a incomodos recuerdos. Pero vale. Me quedo con los enunciados del libro de Monseñor Bergoglio: el corrupto tiene cara de yo no fuí; el corrupto se transforma en perseguidor; el corrupto  se erige en juez de los demás; el corrupto se siente ganador; la corrupción, más que perdonada, debe ser curada.  Y llegado este momento, justo es que responda ahora a quiénes, desconfiando de mis dotes para la tecnología y el progreso, me preguntan cómo he entrado en este lío. Pues bien;  lo debo a un tenaz equipo de asesores  que se empeñó en organizar mi vida y  los aparatos y ponerme  en el buen camino: David de Loaysa, escenógrafo,  iluminador y vestuarista; Diana Fernández Loaysa, bióloga y artesana;   Diana Parras, Licenciada en Psicopedagia y experta en Alta Administración de Empresa. Gracias colegas por meterme en el laberinto on line.

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