Alex Rigola es un director de teatro
que trata de destruir el teatro. Como
Lorca en el Público, por ejemplo.
Pero la destrucción del teatro es imposible, pura retórica teatral; Rigola hace teatro sobre lo que
considera los escombros del teatro. Quizá por eso recurre a la identidad
indisoluble de personaje y actriz/actor. Esta identidad, podía ser el objetivo de Vania, pero lo que de verdad
es el objetivo de Rigola creo yo es la
demolición del personaje despojándole de su autonomía, una admirable labor de síntesis refinada y transparente.
El personaje no existe, existe la actriz, existe el actor con su propio nombre
e identidad.
A Ariadna Gil nunca la había visto en
teatro. Está lejos de esa Andreievna sofisticada y moscovita de
Chejov. Rigola es fiel a Chejov, pero es más fiel a los actores. Ariadna aquí es Ari, problema resuelto.
Valorar la interpretación depende de la opinión que cada uno tenga de estos actores, aunque
parece evidente una mano rectora. O sea, teatro. La opinión que yo tengo de Cunill, Irene y Bermejo, Ariadna ya
está citada, es inmejorable. A
Irene Escolar la he seguido desde
aquella Meche enigmática de La
Chunga. Camaleónica. Para una visión completa de Escolar remito al Retrato
a Punta Seca que le hice en este blog hace unos días.
El mejor
Rígola durante mucho tiempo, para mí
estaba en 2666, de Bolaño. Rigola dibujó escenas para una “antología”
universal del teatro”. Y para la historia universal de la infamia. Las mujeres
de Chiapas enterradas en el desierto, su descubrimiento y exhumación. Inmortal
Rígola y sobre todo inmortal Bolaños.
Radicalmente antribrecht no es posible ver los espectáculos de Rígola con la frialdad de la inteligencia
y la reflexión.
El nuevo centro Guindalera.
La mano
mágica de Juan Pastor, afilado como
su pensamiento. La mano de hierro y los
ojos vivaces de Teresa Valentín, los
padres de esa criatura que se llama María Pastor. Y la magia de María Pastor,
un hada que desface maleficios y conjuros, dijo sentid mi llamada, seguidme y
todos dócilmente la seguimos hacia un camino de estrellas que se vislumbraba
tras un cortina. Teresa Valentin parecía decir este es mi reino. Me
encontré con Chusa Barbero, la
insuperable y, con frecuencia, irritante madre en Bergman; Borja Ortiz de
Gondra, a vueltas con Los otros Gondra, sigue intrigado por
desvelar la identidad de la Alfarera
Prodigiosa, que dio luminosa oscuridad a este blog. La sonrisa de Pepa
Pedroche me recordó los horrores del
mes de julio cuando yo trataba de perfilar una serie, sobre las zozobras del
actor/iz un dia de estreno. Es un
actriz, en los clásicos, insuperable. A ella y a Marta Poveda las tuve cautivas; y a Luis Bermejo. Si entonces la Poveda y la Pepa no me mandaron a la
mierda, no creo que nadie sea ya capaz de hacerlo. Ni siquiera una queridísima
amiga que, cuando le enviaba mi canción
partisana Bella Ciao, creía que era una despedida y se entristecía.
Clea del Cuarteto de Alejandría decía
que con las mujeres solo se puede hacer tres cosas: amarlas, sufrir por ellas o
convertirlas en literatura. El hecho es que anteayer en este magno centro
creador de la Guindalera, me encontré mujeres convertidas en literatura. La propia Maria Pastor, a la
que aún no le he dedicado uno de mis Retratos al pastel o a punta seca. Y entre cómicos siempre la controversia.
Antagonismos críticos.
Preguntaba
una cómica afamada cómo puede haber críticas tan dispares cuyos autores parecen
haber visto dos obras distintas. Yo creo que efectivamente vemos obras distintas. La del estreno o postestreno unos,
y la de 15 dias más tarde otros. En 15
dias cambian muchas cosas, hay otras referencias, un engranaje más ajustado y ninguna función es igual a sí
misma. Los críticos de teatro debieran hacer como los de toros; la misma hora y
la misma corrida para todos, y aun así los juicios siempre serán distintos. No
hay que ver nada raro en esa disparidad que atañe
a la libertad de pensamiento y de expresión. Hay mujeres que son unas
con un maquillaje y otras, con maquillaje distinto. Eres tú, le pregunté anteayer
a una dilectísima amiga; soy yo, la
genuina. Y siguió disfrutando gozosamente de su camaleónico transformismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario