jueves, 13 de marzo de 2014

FALLAS: EL PAQUIRO EN VALENCIA Y EL VALOR ESTOICO DE JIMENEZ FORTES

Satisfacción en Valencia por la concesión a Enrique Ponce del premio Paquiro que organiza El Cultural del Mundo y patrocinan  Telefónica y CaixaBank. Incluso algunos de los Machacos lamentan ahora no haberle dado el Macrodídimo, adelantándose a las huestes que otorgan el Paquiro. Hay, incluso,  brotes verdes de entusiasmo, más reales que los de Zapatero y Rajoy cuando hablan  de la reseca economía española. Y no les importa que lo haya tenido que compartir  con la Junta Administrativa de  Bilbao, porque  Valencia, y más en los Machacos, hay muchos,  seguidores del Atlhetic como yo. Jaime Sanz, sin ir más lejos. Además, como conozco a mis clásicos, otros se alegran del triunfo de Ponce porque ha destronado del galardón más importante del mundo y parte  el extranjero a José Tomás. Eso es un derrote a la femoral, porque el sobreviviente de Aguas Calientes este año no entraba a concurso porque no ha toreado. O sea que, a la postre, quienes postulábamos la candidatura en solitario de Ponce, y no en collera con Bilbao, y fuimos laminados  por una votación sin piedad, acaso no tuviéramos razón. O, si la teníamos,  la democracia del voto nos la ha quitado.

 Enhorabuena a Ponce, enhorabuena a la Junta Administrativa y enhorabuena a Valencia, que saluda el Paquiro del torero de Chiva con parecida celebración con la que festeja las dos orejas de Jimenez Fortes. El torero malagueño se pasa los toros más cerca que nadie: en los estatuarios, las chicuelinas, las verónicas, los derechazos y los naturales y las bernardinas y los pases cambiados por detás. Sin rectificar un ápice ni dar un paso atrás: leve toque  de muñeca para   que el toro no lo arrolle, sin  perder  su honor ni  su verticalidad: toreo de arte y torero macho, como decía Fernando Villalón, el de  Los siete Niños de Ecija; "Ronda la de los toreros machos". Adivino  una gran temporada para este hombre. El puntillero le levantó el tercero y le birló una segunda oreja que el presidente, benévolo,  compensó dándole la primera, después de una mala estocada y dos o tres descabellos. En el sexto le denegó también la segunda atendiendo, quizá, a ladefectuosa colocación de la espada. Algún dia contaré mi rara relación con algunos presidentes de Valencia; los ponía a parir y luego me invitaban a vino en el Astoria porque les gustaba más la elegancia del reproche que el tópico del halago.

Los toros de FuenteYmbro muy flojos y muy nobles, algunos tirando a inválidos y otros tirando a ovejos. Apenas fueron picados. Yo tengo un respeto imponente, y solidario, a los toros inválidos y de hueso blando, porque sé lo que eso duele. En los pliegues  de mi corazón  y en algún rincón de mi casa, alumbrados con una lamparita,  tengo a los  doctores Miguel Angel Martí Esteve, Carlos Martí, Angel Villamor y Rafael Durá, todos traumatólogos. Sobre lamparitas también tengo una historia en Valencia que contaré un dia de estos. Tengo un respeto inmenso y compasivo a los toros cojos, pero no salgo al ruedo y toros así tampoco debieran salir.

El México insurgente que lleva dentro Joselito Adame no alzó ayer su vuelo de águila o de cóndor, ni siquiera su misterio de serpiente emplumada precolombina. Florido, alegre y fantasioso con el capote, eso sí. Y Antonio Ferreras demostró porqué decimos que los toreros tienen carne de perro; venía con el cuerpo roto y la herida abierta de la cornada de hace pocos dias en Olivenza. Y como si no le ocurriera nada,  exhibió esa soprendente madurez que algunos augurábamos, cuando toreaba muchas tardes con el Fandi,  y  David Fandila era la estrella; la vida le ha recompensado de tantos sacrificios y aún le esperan muchas recompensas. A sus toros, Ferrera no los mató; los ejecutó de forma sumarísima via bajonazo infame

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