lunes, 24 de marzo de 2014

MURIÓ SUÁREZ; MEMORIA HISTÓRICA Y DESMEMORIA DEL ALZHEIMER

Murió Adolfo Suárez, de Alzehimer, y estoy seguro de que el lamento, pese a las pompas de las honras fúnebres y las loas, no ha sido unánime. Aun habrá rechinar de dientes de quienes lo llamaron traidor o sus herederos  y ruidos de tanques de los centuriones que habrían  disfrutado fusilándolo. El odio ideológico disfrazado de patriotismo es el más ancestral de todos los odios; odio africano se llama esa figura. Y España está muy cerca de Africa.

 He llegado a pensar que, en algunos casos, el Alzheimer es una enfermedad política para olvidar el pasado, ignorar el presente y desentenderse del porvenir: un subconsciente de atodefensa.  Suárez no tenía que olvidar su pasado en el aparato franquista porque nunca lo ocultó; desde ese pasado, y puede que gracias a él,  construyó el andamiaje de una  precaria democracia. Los que  abandonaron el  franquismo instantáneamente, con apenas un ligero lavado de camisa azul,  también tenían un pasado; pero no construyeron la Transición. Buena o mala, quizá más mala que buena, la Transición fue lo fue  y es lo que es. Quizá no todo haya que achacarlo a los cimientos, sino también a los albañiles del edificio. Ciertamente el Estado de las Autonomías, como sucedáneo de un Estado Federal, no fue  la mejor solución para España. En alguna ocasión me referí a Suárez llamándole, irónicamente, el Kerenski español. Era una metáfora exagerada porque ni Franco era el Zar ni de la Transición salió una Revolución de Octubre; pero algo hay de eso

Suárez ha sido el político más odiado del siglo XX español,  y eso que tenemos un muestrario bastante amplio donde elegir. Y más detestado  por los que lo consideraban de su cuerda. Puede que fueran fantasías o leyendas urbanas;  pero a nadie de la caverna, tan enterada de todo lo que ocurría o iba a ocurrir, podía ocultársele que, aunque lo dijera en broma,  Adolfo Suárez hubiera preferido  ser presidente de la III República, como  Tierno Galván, antes que el "valido" transitorio del Borbón. No hubo traición que no sufriera, deslealtad que no lo envenenara, amenaza que no soportara e infamias que no le arrojaran a la cara. A Tejero, sus jefes  y sus compinches,  antes que llevarse por delante parlamento, parlamentarios y  democracia, les hubiera bastado con llevarse por delante a Súarez.

El acoso y derribo del Psoe fue demoledor y lo de Tahur del Missisipi de Alfonso Guerra no pasa de ser un mal chiste sevillano, comparado con la estrategia de devastación; como si a él y a Felipe González los llamaran pescadores furtivos del Guadalquivir. Tahur.... no creo que llegara a tanto, pero jugador de mus sí que era y algo tenía de la psicología y la sociología de un  musolari  de Ávila: de farol o con el órdago amarrado. Por eso, mejor que con el Psoe, las sotanas y los excombatientes sin tregua  se entendía  con  Santiago Carrillo,  que no sé si era jugador de mus, pero era un viejo zorro. Los dos estaban convencidos de que serían fusilados por sus respectivos compañeros. En efigie por lo menos.


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